El trabajo de los científicos de la USAL confirma que el empleo de exosomas en la administración de terapias proteicas ofrece una estabilidad más alta, una administración más dirigida y un aumento en la potencia de los tratamientos en patologías neurodegenerativas como el ictus y el parkinson.
A pesar de haber sido descubiertos hace ya más de cinco décadas, los exosomas comenzaron a ser de interés científico en los últimos veinte años cuando estas pequeñas vesículas liberadas por las células en sus mecanismos de comunicación celular se revelaron como importantes agentes en la transmisión de proteínas, lípidos y ADN. Así, la comunidad científica internacional comenzaría a gestar la idea de emplearlos como posibles portadores naturales de medicamentos dirigidos a células o tejidos determinados.
En este contexto, la Universidad de Salamanca y la empresa británica ReNeuron -líder mundial en el desarrollo de terapias de exosomas- han abierto nuevas vías para los tratamientos de patologías neurodegenerativas con el desarrollo preclínico de exosomas derivados de células madre humanas inmortalizadas, propiedad de la firma, que actualmente están siendo utilizadas en ensayos clínicos para el tratamiento de infartos cerebrales.
En el estudio in vivo desarrollado por Rubén Deogracias, investigador Ramón y Cajal en la USAL y responsable del estudio ejecutado en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León de la Universidad (INCYL), en colaboración con Juan Carlos Arévalo, del Departamento de Biología Celular y Patología y miembro del Instituto, los investigadores observaron que, administrados vía intratecal en ratones, estos exosomas modificados “son capaces de actuar sobre el cuerpo estriado del cerebro induciendo la expresión génica”. Concretamente, los exosomas actúan de “transportadores de un factor neurotrófico fundamental para el desarrollo y supervivencia de determinados tipos neuronales del sistema nervioso central”, ha explicado Deogracias a Comunicación USAL.
En este sentido, los científicos de la USAL recuerdan que el cuerpo estriado es una de las regiones específicas del cerebro que se encuentra afectada en diversas enfermedades neurodegenerativas incapacitantes como la enfermedad de Huntington y la enfermedad de Parkinson, además de en los accidentes cerebrovasculares, por lo que el trabajo “abre la puerta a utilizar estos exosomas como una nueva terapia para el tratamiento de estas y otras patologías”, afirman.