La pasión por su pueblo y por conocer y adentrarse en la historia de su municipio ha llevado a Albino Hernández a dedicar los últimos años a realizar una labor de investigación exhaustiva sobre los orígenes y la población de Villares de la Reina desde el siglo XVII.
Reconoce que siempre había tenido la idea de dedicar unos años de mi vida a Villares, que es mi pueblo y pensé que podía hacer, siempre he estado muy vinculado a él”, y lo ha materializado desde enero de 2013, tras su jubilación en diciembre de 2012.
Durante horas y horas, a lo largo de una década, se ha dedicado a recopilar datos e informaciones acerca de los vecinos que ocupaban el pequeño pueblo que era Villares. Una labor que le ha permitido conocer su evolución, anécdotas y curiosidades que sucedían en aquellos tiempos y que, aunque hoy sean hechos superados, entonces podía suponer un drama y un cambio en la evolución del municipio.

Partiendo de cero y sin ninguna referencia bibliográfica más que la labor de documentación en los archivos, con las dificultades que conlleva, como asegura el autor, la indagación de Albino le ha llevado a escribir más de una decena de tomos de la historia de Villares distribuida en cuatro grandes áreas: genealogía, proindiviso de los prados, testamentaría de agricultores y la desamortización, que completará la tetralogía y quedará a disposición de todo el que quiera consultarlo y abierta a quien quiera seguir investigando.
En concreto, Albino se ha centrado en los siglos XVII, XVIII y XIX. Un trabajo arduo y concienzudo para ofrecer este estudio y todos los documentos recopilados desde 1600, bien organizados a los vecinos de Villares para que conozcan su historia y a todos aquellos que tengan curiosidad por saber algo más de sus orígenes, sobre todo a los escolares y las nuevas generaciones que no tienen ese arraigo con el lugar en el que viven.
Por eso, el autor ha donado su trabajo al Ayuntamiento de Villares y lo ha depositado en la Biblioteca Municipal para que sea accesible a todos los que lo quieran consultar.
Albino comenzó su trabajo con el proindiviso de los Prados de Villares, en los que había propietarios seglares y eclesiásticos, como recoge el Catastro del Marqués de Ensenada. Fue tomando nota de estos datos y recopilando la información de los propietarios mayoritarios.
A continuación, enlazó su labor en el Archivo Diocesano de Salamanca durante cinco años (de 2014 a 2018) para obtener la demografía de Villares con todos los nacimientos, defunciones y matrimonios de los siglos XVII, XVIII y XIX, ordenados por orden cronológico y alfabético de cada siglo. Fichas que completa con la referencia genealógica de los padres y abuelos, tanto maternos como paternos y con una estadística total de la población que hubo en Villares en cada siglo. Además, ha recopilado cuáles fueron los nombres más habituales agrupados en periodos de veinte años, tanto de hombres (Juan, Francisco, José y Antonio) y mujeres (María, Teresa, Francisca y Josefa) y en los fallecimientos ha distribuido por grupos de niños hasta 12 años, adolescentes 12 a 18 años y adultos a partir de 18 años.
Durante la recopilación de esta valiosa información, Albino también quiso rescatar algunos datos curiosos que sucedieron en esa época, como que desde 1936 prácticamente se dejaron de celebrar matrimonios en Villares y se hacían en Salamanca; que un hombre murió por una tempestad de agua, una tormenta; o que una mujer falleció en Gudino (Villamayor) donde iban a lavar, por el uso de los ‘arcaguces’ la mató. En 1834 hubo 158 defunciones porque hubo una epidemia de cólera morbo que dejó bastante truncada la población de Villares, murieron 21 niños, 21 niñas, 4 adolescentes, 54 hombres y 57 mujeres.
También le sorprendió el caso de una mujer, Faustina de Dios, que con 28 años tenía 5 hijas y al mes de tener la última murió, seguramente por fiebres puerperales o por alguna infección; o el caso de Rosa Martín Martín, que tenía muchas propiedades en el pueblo, que sus padres tenían y tres días antes de morir ella que estaba gravemente enferma, se le murió una hija con 18 meses. Algo que ha podido constatar durante su estudio, que las muertes prematuras de las mujeres y de los niños eran bastante habituales en esos siglos.
Aunque el covid supuso un parón importante en su vida que le mantuvo apartado durante tres años, su familia y las ganas de seguir trabajando para conocer más a fondo la historia de su pueblo fueron un impulso para su recuperación y seguir inmerso en la historia del municipio. «Me han servido de estímulo para continuar y volver a retomar el día a día», reconoce.
Así, a partir de octubre de 2022 prosiguió su trabajo en el Archivo Histórico Provincial con las testamentarías de agricultores, “porque quería dedicarme solamente al tema agrícola, porque mi padre era agricultor y a mí el campo me tiró mucho y el terruño más”. Trabajo que le ha llevado hasta enero de este año, donde ha recopilado los nombres de los comparecientes y todos los inventarios de los bienes, en los que se podían contemplar las necesidades que había entonces y se recogía todo lo que había en una casa o en una habitación, también los bienes rústicos y fincas urbanas.
Tiene que ser un trabajo continuo, porque si se deja de leer a los escribanos se pierde un poco el hilo y retomarlo cuesta más por el tipo de letra, cada uno tiene una manera de escribir, las tintas y los pergaminos son complicados por la textura “gruesa y áspera” y porque hay veces que escriben varias personas. “Esto es complicado y estas cosas se aprenden con tiempo, años y años e incluso sabiendo paleografía para entender muchas veces que pone, porque se traspasaba la tinta, letras parecidas como la n y la r…, hay que interpretar las palabras no con las normas de la ortografía actual”.
En este momento, continúa inmerso en la recopilación de los documentos de la desamortización en el pueblo, que tendrá terminada el próximo verano y será el último tomo de 180 páginas con la que concluirá su investigación de la historia de Villares.
Trabajo de investigación exhaustivo y altruista que se encuentra a disposición de los usuarios en la Biblioteca Municipal, que pasa a formar parte del fondo patrimonial que se ubicará en la nueva sala de fondos locales para difundir y consultar la historia de Villares, difundirlo y que la población conozca sus raíces y el origen de su procedencia.