Las entidades promotoras del Centro de Día de Salud Mental ‘Ranquines’ han celebrado el VII aniversario del proyecto con la presentación de la memoria correspondiente al año 2023. Un acto que ha contado con la presencia del alcalde de Santa Marta de Tormes, término al que pertenece la orden San Vicente de Paúl y en el que se desarrolla el proyecto ‘Ranquines’, la subdelegada del Gobierno de Salamanca, Rosa López, la concejala de Familia e Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Salamanca, Miryam Rodríguez y la diputada de Bienestar Social, Eva Picado.
Un acto presidido por el director del proyecto, José Manuel Lázaro, que ha sido el primero en tomar la palabra para agradecer la colaboración de las instituciones y resumir la actividad, el trabajo y los objetivos de ‘Ranquines’, recordando que durante el año 2023 solicitaron atención 92 personas de las que se atendieron a 80, 42 hombres y 38 mujeres con una edad media de entre 46 y 60 años.
Lázaro ha explicado que de las 80 personas atendidas «la mayoría sufría trastornos psicóticos, 17 llegaron sin ningún diagnóstico y la mayoría no estaban recibiendo ningún tratamiento». Una situación que desde ‘Ranquines’ se afronta con el objetivo de defender sus derechos ya que son personas menos autonómas y que tienen más necesidades que las sanitarias, como el acceso a ocupacional, a la vivienda o para desarrollar sus habilidades personales.
Unas labores que también se vuelcan en la participación en el proceso terapeútico, «cuestión esencial» para Lázaro, para poder disfrutar de los derechos, así como la sensibilización social «buscando una sociedad más acogedora y que se ha plasmado con actividades como charlas en la universidad».
Por último el director del centro ha querido desctacar «la importancia de los 19 voluntarios que han participado en el proyecto y del trabajo en red que se desarrolla, así como la gran novedad del último año, la apertura de ‘Ranquines’ al mundo rural para llevar la salud mental hasta los más alejados».
El alcalde de Santa Marta, David Mingo, ha puesto en valor el trabajo de ‘Ranquines’ y «la deuda de Santa Marta con la misión de San Vicente de Paúl, una institución con gran arraigo en el municipio y que dio trabajo a muchas personas, en épocas difíciles, para la construcción de este edificio o en los talleres que existían en los sótanos, desde los que salieron los muebles de las iglesias y sacristías de muchos puntos de España».