La Universidad de Salamanca ha culminado el proceso de restauración de un conjunto de 15 sillas de cadera del siglo XVIII procedente de la Rectoral del antiguo Colegio Mayor San Bartolomé.
La sillería, datada entre 1750-1780 y cuya tipología resulta de la evolución de la silla de tijera con respaldo y brazos, es de autoría desconocida y está realizada en técnica breve de madera de nogal, cuero y tachuelas de bronce dorado, presentando unas dimensiones de 105 x 70 x 68 cm. Tanto el asiento como el respaldo cuentan con decoraciones de diferentes motivos vegetales, florales y curvilíneos, policromados, dorados, rocallas, volutas y cornucopias.
Además, en la parte central está el retrato de don Diego de Ayala Maldonado, fundador del Colegio San Bartolomé, en una orla flanqueada por ángeles tenantes, con mitras y cruces, retratado con el traje eclesiástico y con el bonete. Figura también el escudo de Anaya y a ambos laterales de la orla aparece ‘Colleg. May:’y ‘D. Bartlo’. Por otra parte, bajo el fundador del Colegio está San Juan de Sahagún y en la parte inferior de los laterales hay grupos de personas que representan a los antiguos alumnos -cardenales- del Colegio, con sus nombres indicados debajo.
Estado de conservación de la sillería
El informe técnico indicaba que el conjunto de sillas presentaba diferentes estados de conservación. En lo que respecta a la estructura de madera, en general, se encontraban en buen estado, si bien, todas tenían ataque de xilófagos coleópteros, apreciables en los pequeños orificios y galerías que producen los insectos y en los restos de serrín. Además, en varios casos con fendas, grietas o pequeños levantamientos y, en aquellos más graves, aparecían roturas y pérdidas de elementos, fundamentalmente, las tachuelas doradas de bronce.
Por otra parte, los elementos de cuero se encontraban bastante deteriorados, en estado de deshidratación, rígidos y quebradizos. En los respaldos había bastantes desgastes, abrasiones, arañazos pérdidas de policromía, craquelados, levantamientos y manchas. Los asientos al aire aparecían en muchos casos rotos de forma completa o parcial, por lo que dejaron de ser funcionales y su frágil estado no permitirá su uso.