Villares recupera el valor que tuvo la hojalata en la vida diaria con la colección de la etnógrafa Rosa María Lorenzo

La concejala de Cultura de Villares, Ángeles Giménez, junto a la etnógrafa salmantina y autora de la exposición, Rosa María Lorenzo.

Sonajero, ajuar de novia, farolillos de cementerios, palas, medidores, moldes de pan y reposterías, juguetes… y así hasta un centenar de objetos de metal forman la original exposición ‘La hojalata en la vida cotidiana’, de la colección privada de la etnógrafa salmantina y Premio Nacional de Investigación histórica y etnográfica, Rosa María Lorenzo.

El paso de la vida a través de la hojalata muestra la importancia de este material en la vida cotidiana desde el siglo XVI hasta las últimas décadas del siglo XX, como materia prima principal con la que se elaboraban todo tipo de útiles, necesarios para el desarrollo de la vida diaria, como ha asegurado la autora, Rosa María Lorenzo.

Momento a partir del cual, de ser imprescindible y un oficio en auge pasó a llegar a desaparecer y caer en el olvido tras el desuso y la llegada de otros materiales.

Rosa María Lorenzo quiso entonces rendir su particular homenaje a la hojalatería, como uno de los oficios que se encontraban en vías de desaparición en la provincia de Salamanca. Fue en 1986 cuando Ángel Carril (etnógrafo y director del Centro de Cultura Tradicional de la Diputación) creó una sección de Publicaciones, de la que una de las primeras colecciones fue ‘Páginas de Tradición’ y cuyo número 7 titulado ‘Hojalateros, cencerreros y romanceros en Ciudad Rodrigo’ es el que escribió Rosa Mª Lorenzo.

Fue durante la elaboración de su trabajo cuando se adentró en el antiguo taller de hojalatería que se mantenía abierto en Ciudad Rodrigo, donde entrevistó a su propietario Teodosio Martín Donoso, que tenía 90 años de edad, y a sus dos hijos Miguel y Fernando. Con la información facilitada, que completó con los recuerdos de otros hojalateros que ya habían abandonado la profesión y con la documentación de los archivos mirobrigenses, publicó el libro.

La exposición ‘La hojalata en la vida cotidiana’ está distribuida en cinco bloques repartidos en los expositores de la sala de la planta baja del Ayuntamiento. Pasando del ciclo vital: nacimiento (sonajeros), infancia (juguetes), juventud (estuche para la licencia militar), matrimonio (ajuar de novia, cántaas, aceiteras, ollas, barreñones); y muerte (faroles de cementerio); a diferentes oficios como la agricultura (toperas y azufradores de viñas), la ganadería (farol de lobo y jeringuilla para lavativas del ganado), el comercio (medidores de líquidos y legumbres y palas medidoras) y la gastronomía (moldes para pan y repostería y aros para elaborar quesos).

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