El Paraninfo de las Escuelas Mayores de la Universidad ha acogido la celebración del centenario del doctorado ‘honoris causa’ de Santa Teresa de Jesús (1922-2022) con ‘Cruce de Caminos. Santa Teresa de Jesús y Miguel de Unamuno’. Un acto en el que se ha recordado cómo el 6 de octubre de 1922 Teresa de Cepeda y Ahumada pasó a ocupar un puesto de honor entre los sabios españoles por su cultura, su calidad literaria, su espiritualidad y los valores reformistas, convirtiéndose, además, en la primera doctora ‘honoris causa’ de la historia en la Universidad de Salamanca y abriendo el camino para las mujeres que vinieron después.
La celebración de la efeméride, presidida por el rector Ricardo Rivero y con presencia de numerosas autoridades académicas e institucionales, entre las que destacó el prior de los Carmelitas de Salamanca y de la villa ducal, Miguel Ángel González, comenzó con un cortejo académico formado por cerca de 70 doctores de la USAL y un grupo de una veintena de monjes carmelitas que, acompañado por las tradicionales chirimías, partió desde el Patio de Escuelas Menores hasta el Paraninfo de la Universidad.
Durante la sesión se procedió a hacer lectura de varios textos de Santa Teresa de Jesús y Miguel de Unamuno a cargo de los estudiantes Moisés Piñero y Cristina López de la Facultad de Filología y Diego Muñoz y Vega Sánchez de las facultades de Bellas Artes y Medicina, respectivamente.
Doctorado honoris causa de Santa Teresa de Jesús en la Universidad de Salamanca
El doctorado honoris causa es la máxima distinción académica que otorga la Universidad de Salamanca. La primera mujer en recibirlo, ya en la época contemporánea, fue Teresa de Cepeda y Ahumada en el año 1922 con el propósito, además, de que la Universidad se sumara a los actos de conmemoración del III Centenario de la canonización de la Santa.
El acto académico de investidura se celebró el 6 de octubre de 1922 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca y estuvo presidido por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. El discurso de bienvenida corrió a cargo del rector Luis Maldonado de Guevara, que destacó los merecimientos literarios de tal honor y también la cultura, la mística y la ascética que preceden a cualquier razonamiento y al progreso de la ciencia. Entre argumentos cultos y académicos, establece semejanzas con el Quijote, su espíritu aventurero y su tendencia andariega. Contestó en nombre de la Santa el obispo García Alcolea, intervino el presidente del Gobierno, José Sánchez Guerra, y concluyó el rey.
Las celebraciones en torno a este doctorado excedieron al acto académico y supusieron todo un acontecimiento vivido con especial intensidad en Salamanca y en Alba de Tormes. Tras la ceremonia de investidura los reyes se desplazaron hasta Alba de Tormes, lugar donde se encuentran los restos de la Santa, para imponerle a la imagen las insignias del doctorado.
El rey le impuso una pluma de oro y la reina el birrete doctoral, pieza aportada por la Junta de Damas de Salamanca compuesta de oro y piedras preciosas y escudos esmaltados de España, el Vaticano, el Carmelo y los Cepeda y que pudo contemplarse nuevamente hoy, en la ceremonia celebrada en la Universidad.
De aquella graduación da fe el pergamino que hoy se puede admirar y conserva en la capilla de la Universidad, en su archivo y en el convento de Alba de Tormes, junto al Sepulcro, una obra de arte del restaurador de la Biblioteca Nacional de España Gabriel Ochoa Blanco.