Ha sido uno de los edificios clave y de referencia visual que ha marcado la entrada al municipio, pero durante las últimas décadas ha sido objeto de las críticas y quejas vecinales por sus continuos problemas de olores y mala imagen al ser el edificio que da acceso al casco urbano del principal municipio de la provincia después de la capital.
La desaparición del antiguo matadero del ‘sky line’ de Santa Marta comienza a ser una realidad y está cada día más cerca, siete años después del cierre definitivo y el cese total de la actividad. A pesar de la clausura total con el desmantelamiento interior de las instalaciones y la retirada de la maquinaria, sigue ofreciendo el mismo aspecto de abandono, en un lugar estratégico y de paso obligatorio para acceder al casco urbano por los miles de conductores y peatones que cruzan a diario por esta vía.
En estos momentos se está procediendo a su derribo tras la licencia solicitada y concedida por el Consistorio hace ya cinco meses (el pasado 17 de febrero) para la demolición parcial de las cubiertas de fibrocemento y las edificaciones anexas.
De ser una industria con una actividad económica importante que forjó el porvenir de muchos de los vecinos que se asentaron en Santa Marta por su trabajo en la instalación, el crecimiento y el desarrollo del municipio a lo largo de la carretera hizo que las instalaciones del antiguo matadero se quedaran obsoletas y deterioradas con el paso del tiempo y el progresivo cese de la actividad.
Situación que, añadida a los problemas de olores y vertidos que de forma habitual afectaban a la vida diaria de los vecinos y el intenso tráfico de camiones, suponía un obstáculo y preocupación continuos para el Ayuntamiento y contra los que lucharon las distintas corporaciones municipales intentando no perjudicar a la industria. El primer paso efectivo fue en 2010 con el primer acuerdo entre ambas partes para proceder al traslado de la actividad. No obstante, las molestias no cesaron hasta hace siete años con el cierre definitivo del matadero y desde hace ya cuatro, en 2018, el sector ya es residencial con el cambio del uso del suelo aprobado por el Consistorio, por lo que son los propietarios los que ahora deberán promover su desarrollo y la construcción de viviendas que den paso a la ampliación del casco urbano.
Aunque el proyecto de urbanización del sector se encuentra parado, incluye el uso predominante residencial libre en vivienda colectiva con capacidad para cerca de un centenar de viviendas (92) y otras 39 reservadas con algún régimen de protección pública libre. Además, estaba establecido el uso terciario para comercio minorista en las plantas bajas de los edificios residenciales.