Emotiva entrega del XXV Premio Tierno Galván a la Solidaridad y los Valores Humanos a la Asociación Sonrisas de Madrid, a dos bomberos de Salamanca y Patricia Ramírez, madre del pequeño Gabriel

Cada premio es especial, pero en esta edición ha sido más emotivo, porque el Premio Tierno Galván a la Solidaridad y los Valores Humanos celebra sus Bodas de Plata y por el reconocimiento a los galardonados. Emoción que ha embargado a los asistentes en el Auditorio Enrique de Sena, que se han empapado de la generosidad y buen corazón que hoy se han reunido en Santa Marta para demostrar que aún hay personas que anteponen el espíritu de ayuda y servicio a los demás en su día a día.

Por todo ello, la Asociación Tierno Galván de Santa Marta ha entregado esta tarde el premio 2022 a la Asociación Sonrisas de Madrid, que reúne a miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fuerzas Armadas y Emergencias: Guardias Civiles, Policías Locales, Policías Nacionales, Bomberos, Bomberos Forestales, Agentes Medioambientales, Ejército del Aire, de Tierra y Armada, Protección Civil, Emergencias, Policías Autonómicas, Policía Portuaria, Vigilantes de
Seguridad, Funcionarios de Prisiones, para llevar sonrisas a los niños hospitalizados en todo el territorio español y en el extranjero.

Aunque hace cinco años ya recibieron una mención especial como Asociación Sonrisas Azules, en esta edición se han llevado el galardón, con el que el presidente de la agrupación, José María Arroyo, se ha mostrado más que satisfecho, que se ha llevado la figura de la paloma que identifica al premio. Pero al mismo tiempo, ha sido crítico, porque aunque ha asegurado que «cuando se quiere se pueden hacer las cosas», ha explicado que han sido «ocho años muy duros y los dos últimos con la pandemia  más». Por ello, además de haber visitado casi el 90% de los hospitales del país (tanto públicos como privados), también han repartido cerca de 100.000 juguetes y casi 100 gafas virtuales, y han abierto tres aulas de informática para facilitar el acceso a internet para que los niños pudieran hacer deberes. Un camino «muy complicado al tener que reunir a distintos colectivos en sitios muy diferentes» que ha hecho que la Asociación Sonrisas haya ampliado su ámbito de actuación a las residencias de mayores, porque se han dado cuenta de que también necesitan esa compañía y les repartieron unas 500 tablets durante la pandemia.

En definitiva, Arroyo ha dejado claro el mensaje de su labor, además de repartir sonrisas, es «que los niños vean en las fuerzas de seguridad y de emergencia un ejemplo donde reflejarse y que también son personas».

El momento más emotivo ha llegado cuando la presidenta de la Asociación Tierno Galván, Carmen Cabrera, ha reconocido el esfuerzo y el trabajo realizado por los más de 4.000 voluntarios que no dudaron dedicar su tiempo para salir durante 12 días a encontrar al pequeño Gabriel, el niño de Níjar (Almería) desaparecido y fallecido hace ya cuatro años y que la Tierno Galván ha querido personalizar en la figura de su madre, Patricia Ramírez, que ha acudido a Santa Marta para recibir este homenaje que ha dedicado a su pequeño ‘Pescaíto’, a su inseparable Marta y a su madre, además de reiterar su agradecimiento público a todas las personas que se implicaron en la búsqueda de su niño.

Un premio que se tenía que haber entregado en 2018, pero que por las circunstancias no fue posible y, hoy Patricia ha intentado contener la emoción, para volver a dar las gracias «y dedicarlo a aquellos que frente a la mayor de las adversidades que uno se puede imaginar, nos ayudaron, porque aquellos días mi hijo fue tan vuestro como mío». Una intervención «en la que podría hablar de la ‘bruja’ y de lo que duele no volver a ver la maravillosa sonrisa de mi pequeño Gabriel», pero que ha sacado fuerza interior para hacer un alegato a la libertad como derecho de todo ser vivo, sobre todo de los más pequeños, y al mismo tiempo un deber y «es lo que hoy me ha traído hasta aquí, porque vivimos tiempos extraños en los que a veces se nos olvida lo que más importa: el prójimo». Motivo por el que ha reivindicado «la necesidad de hacer una sociedad más justa».

Agradecimiento que «espero no decepcionar nunca por tanto» y que se ha traducido en un efusivo abrazo que ha fundido a Patricia Ramírez con la presidenta de la Tierno Galván, quien ha reiterado «el ejemplo de solidaridad, de grandeza, de concordia y de paz y de transmitir unos valores que a todos nos llegó al corazón» de esta madre con el caso del pequeño Gabriel.¡.

La misma emoción han trasladado los dos bomberos salmantinos, José  Manuel Estévez y José Ramón Santos, que se fueron hasta la frontera de Rumanía junto a un cura y un voluntario de Mensajeros de La Paz de misión voluntaria, dedicando los días de sus vacaciones para ofrecer su ayuda en el conflicto bélico en Ucrania, al igual que también hicieron en la guerra de Bosnia. Dedicación y generosidad con las que anteponen la comodidad de su vida, aunque reconocen que es un premio «que no merecemos porque pertenecemos a un colectivo que lleva en el adn ayudar a los demás y es algo que forma parte de lo que somos. Somos servidores públicos». Además, tras una semana de trabajo y colaboración en la zona, a la vuelta se trajeron refugiados para darles asilo en diferentes puntos de España.

La sorpresa de esta edición, además de que no ha habido menciones especiales, porque todos han sido Premios a la Solidaridad y los Valores Humanos, para engrandecer la celebración, los premiados también se han recibido la distinción de ser nombrados Socios de Honor de la Asociación Tierno Galván con motivo de los 25 años de concesión de estos galardones, por lo que han recibido un cuadro realizado a mano por un grupo de internos del Centro Penitenciario de Topas.

La tuna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca ha puesto el colofón musical al acto, que después tendrá continuidad con la cena que la Asociación Tierno Galván ofrece en honor de los homenajeados.

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