El Ayuntamiento de Santa Marta, un año más, está realizando la campaña de prevención contra la oruga procesionaria en las zonas conflictivas del municipio. La Fontana, la entrada del parque de Valdelagua, la calle Ávila, la carretera de Naharros son las zonas con una mayor masa de árboles y que se encuentran próximas a los centros escolares. Una campaña que tiene diferentes fases y que busca combatir la incidencia de este insecto que se alimenta de los pinos y que puede producir reacciones alérgicas severas en seres humanos y mascotas.
“Las actuaciones ya se han hecho otros años y ya se nota que cada vez hay menos procesionaria. Es un proceso largo y lento que ya está dando sus frutos pero con el que debemos continuar”, explicó Marta Labrador, concejala de Medio Ambiente.
Uno de los primeros pasos es proceder a la revisión de las zonas que se suponen mas afectadas para retirar todos los bolsones y nidos que se encuentren, de forma que se destruyen las larvas. En el caso de los árboles de difícil acceso, se instalan unos anillos en los troncos para evitar que las orugas bajen hasta el suelo.
A esta primera fase le sigue el tratamiento de endoterapia para aquellos casos donde la incidencia es mayor. Consiste en inyectar a presión un biocida en el tronco del árbol de forma que se incorpora a su savia natural y llega a las hojas de las que se alimenta la procesionaria del pino. Al introducir el biocida directamente en el sistema vascular del árbol, este se distribuye de forma homogénea. Este tratamiento es totalmente inocuo para las personas.
Más adelante y para evitar la reproducción de este insecto que ya se encontrará en fase adulta, se procederá a la instalación de trampas con feromonas para capturar a los machos. Con esta última intervención finaliza un proceso que comienza en febrero y acaba en primavera y que supone para el Ayuntamiento una inversión de 885 euros más IVA.
“El control de la oruga procesionaria es un tema de salud pública, porque desprende unos pelos urticantes que pueden dañar considerablemente a los seres humanos, sobre todo a los niños. También pueden ser perjudiciales para perros y otro tipo de mascotas, por lo que esta intervención es más que necesaria”, concluyó Labrador.